Septiembre 2022

 

Me llamo Fátima, tengo 29 años y, desde hace tres, vivo en España con dos de mis hijos. Si algo he aprendido a lo largo de mi vida es que si quieres algo tienes que buscar la fuerza necesaria e intentarlo. Porque si no nunca harás nada.

Mira, tomé esta foto en la cubierta del barco de Salvamento Marítimo para no olvidar este momento. Ahí sentí que ya no nos podía pasar nada malo. Mira, aquí están mis dos hijos de pequeñitos viviendo en el monte Gurugú. Y esta es de un día que les compré ropa nueva en la ciudad. Estaban tan contentos.

 (Silencio)

 

Esta es del día que me violaron. Cuando esperaba ser atendida en el hospital. Diez policías marroquíes. Delante de mis hijos. Estábamos en el campamento. Allí vivimos los migrantes mientras esperamos poder cruzar el mar. Cuando llegan los policías los hombres huyen, porque si los cogen los deportan a Argelia. Así que las mujeres y los niños y niñas nos quedamos solos. Tuve que esperar cuatro meses a recuperarme para poder intentar subirnos a una patera.

 

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Soy de Costa de Marfil, de un entorno familiar muy conservador. No era seguro quedarnos con ellos. Es mejor no entrar en detalles. Era como una película de terror. Por eso, tuve que tomar la decisión más difícil de mi vida: dejar a uno de mis hijos allí, porque tiene una discapacidad y no habría aguantado el viaje, y huir con los otros dos. Le dejé con una mujer en la que confío, hablo con él por teléfono, no podía hacer otra cosa. Cogimos un autobús hasta Níger. Ahí se me acabó el dinero. Un hombre se ofreció a prestarme para seguir el viaje hasta Argelia y después a Marruecos. Nos acompañó durante el viaje. Se convirtió en mi pareja. En Marruecos pasamos tres años. Yo trabajaba en lo que salía para reunir el dinero para venir a Europa. En ese país fue donde sufrí más violencia, más palizas, más vejaciones.

 

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Cuando llegué a España me hice estos tres piercings: en la lengua, en el labio y en la nariz. Me encantan. Es mi forma de decidir sobre mi cuerpo. En este tiempo aquí he aprendido que un hombre no puede maltratarte, que nadie tiene derecho a hacerte eso. Y cuando llegué a Ödos encontré un sitio donde mis hijos pueden estar tranquilos, ir al colegio, recuperarse psicológicamente de todo lo vivido. Y yo también. Aquí no hay problemas, todos somos como una familia: por fin hemos podido descansar, dormir tranquilos, comer.

 

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Mira, toda esta gente estuvimos esperando en ese acantilado, durante dos semanas, para poder subirnos a la patera. Había que esperar a que no hubiera policía, a que hiciera buen tiempo. Alguien dijo “¡Ahora!” y salimos corriendo hasta el mar. Ahora estoy feliz porque hablo con la gente con tranquilidad sobre todo lo vivido pero, especialmente, sobre la vida que me gustaría construir con mi hijos. Estoy conectada con mi nueva vida y no la voy a dejar escapar.

 


El apoyo imprescindible del Ayuntamiento de Montilla

El centro en el que la Fundación Emet Arco Iris desarrolla el programa Ödos se encuentra en el municipio cordobés de Montilla. Desde sus inicios, su Ayuntamiento ha jugado un papel primordial para el acompañamiento de estas mujeres y de sus hijos e hijas. En primer lugar, empadronándoles con el acta policial de la llegada en patera. Un documento que no todos los consistorios aceptan para realizar este registro, obstaculizando así la documentación de las personas migrantes y forzándolas, en consecuencia, a la invisiblidad y la clandestinidad durante, al menos, tres años.

 

El empadronamiento es la llave de acceso a derechos fundamentales como la atención médica mediante la tarjeta sanitaria o la escolarización de los niños y niñas, a recursos imprescindibles para la plena inclusión de las mujeres, como la matriculación en cursos y talleres de formación y de aprendizaje del español, y a espacios de socialización como la Escuela de Verano. Todo ello lo garantiza la cooperación del Ayuntamiento de Montilla, “clave para el trabajo que hacemos con las mujeres, los niños y las niñas”, explica Auxiliadora Fernández, directora general de la Fundación EMET Arco Iris.

 

 


“Hazte visible”

“Ser invisible puede ser bueno durante el viaje para sobrevivir y llegar a tu destino, pero una vez que estás en Europa es contraproducente. Eso es lo que les decimos: que se hagan visibles para que estén menos desprotegidas”, explica Teresa Girón, directora del centro Ödos, un programa destinado a acompañar la movilidad humana con enfoque de género y de infancia.

 

 

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El Programa Ödos es una iniciativa innovadora en España dirigida a proteger a estas mujeres, niños y niñas en situación de especial vulnerabilidad.
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